6 de julio, 21 h
Dosrius, Pou de Glaç de Canyamars
10 euros
Esto es solo un solo. Un solo insignificante. El universo seguirá siendo el mismo, tanto si este solo existe como si no. El caso es que existe. Un gesto en medio de la inmensidad. Un grito en medio del desierto.
A modo de confesión personal, el percusionista Mario G. Cortizo nos abre las puertas de su cocina, su laboratorio de artesano del sonido, para ofrecernos un friso en tres partes. En su solo, micro en mano, comparte con el público su anticredo ante la vida moderna, pero sobre todo su asombro frente a un presente lleno de contradicciones, donde silencio y ruido, calma y nervio, paz y sangre están siempre en tensión. Esta mirada irónica frente al mundo se traduce musicalmente en un universo donde la tecnología electrodoméstica se erige como instrumento, y donde, gracias a sus automatismos, lo más cotidiano dialoga con la percusión más atávica. Al fin y al cabo, el solo obliga al intérprete a no esconderse tras su instrumento y pone en primer plano al creador-artesano, que se desnuda ante nosotros para compartir sus obsesiones y preguntas fundamentales: ¿Podemos vivir sin caer en contradicciones? ¿Podemos vivir sin sentimiento de culpa dentro del sistema? ¿O es más fácil vivir culpando de todo a Mercurio retrógrado?